Ya se han terminado las vacaciones, hemos comido y bebido más de la cuenta, escuchado el tradicional discurso del Rey y las campanas en la 1, y los regalos no los han traído los Reyes Magos.
Esperar, esperar, que empiece otra vez,… que las cosas cada vez cambian más y encima con la que está cayendo, en unos años el día 6 los regalos nos los traerán González, Aznar, Zapatero y Rajoy porque será el puesto que les dejen a los expresidentes del Gobierno cuando seamos República y no Reino.
Para empezar el discurso del Rey ha sido uno de los menos vistos de los últimos años, y eso que la imagen estaba cuidada hasta el último detalle. Pero los acontecimientos de los últimos dos años están haciendo mucho daño a la monarquía, casi tanto como cuando Alfonso XIII tuvo que abandonar España y se proclamó la II República.
Aunque con una gran diferencia, el abuelo del Rey cometió muchos errores políticos y Don Juan Carlos ha cometido muchos errores personales, suyos propios y de otros miembros de la familia. Pero al ser un cargo público sus fallos personales afectan a su cargo, y creo que no le han sabido aconsejar a tiempo.
En primer lugar por el tema del accidente del elefante. A la salida del hospital se vio a un Rey hundido, no estaba en su sitio; no es que piense que son personas diferentes (la encarnación de Dios, como se decía antes), pero uno tiene que saber que aunque haya cometido un error y tenga que pedir perdón, no tiene por qué humillarse. Hay que tener clase hasta para eso, y más siendo el Jefe del Estado.
Y en último lugar por el tema de Urdangarín y de su hija. Comprendo que defienda a su hija hasta la muerte, lo haría cualquier padre y “el que esté libre de pecado que tire la primera piedra”. Pero no debería haber dejado que se dilatará tanto en el tiempo, cuanto más tiempo pase, mucho peor.
Con esto no estoy hablando de que Don Juan Carlos o la Casa Real estén interfiriendo en el proceso judicial. Sino que los recursos presentados, las declaraciones del Secretario de las Infantas y la Reina, el cambio de residencia a Suiza y otras cosas han hecho más daño del que deberían a la Monarquía.
El cambio de rumbo de esta semana, en el que la Infanta ha decidido no recurrir, me parece muy bueno para la institución y para la figura del Rey, que ha hecho cosas malas, pero también las ha hecho muy buenas, y ya no nos acordamos de ellas.
Aunque creo que, cómo han hecho otros monarcas europeos, debería abdicar y pasar el testigo a su hijo Felipe. Ha sido operado varias veces, le cuesta mucho hablar, y ya no tiene el apoyo de la población. Uno debe retirarse en lo más alto de su carrera, y no cuando está en declive; y pongo como ejemplo a Schumacher, para mí uno de los grandes pilotos de todos los tiempos, pero que no debió volver después de su primera retirada. En ese momento era El Caixer, después era un piloto más con muchos títulos a sus espaldas; por cierto, aprovecho para desearle una pronta recuperación.
Bueno y para terminar, continuo hablando de reyes, de los Reyes Magos. Ya sabéis que no me gusta que se impongan las tradiciones de otros lugares, en España los regalos de Navidad siempre, siempre, siempre los han traído los tres Reyes Magos (que ni eran tres, ni reyes, ni magos, ni de oriente…pero eso es otra historia): Melchor, Gaspar y Baltasar. Y venía la noche del 5 al 6 de enero, aunque al día siguiente empezará el cole, daba igual.
Ahora los regalos los trae Papa Nöel, Santa Claus, El Niño Jesús, el Olenchero (bueno este también forma parte de la tradición, aunque sólo en el País Vasco), o Bob Esponja, qué más da. Y encima los dejan la noche del 24 al 25 de diciembre; porque los padres pisan “que bien, a los niños les da tiempo a jugar”, tiempo para jugar es el que teníamos nosotros y no el que tienen ahora.
Y que voy a hacer yo sin Baltasar, mi Rey como no podría ser de otra forma (el último y además negro). Porque estoy dispuesta a cambiar Monarquía por República, siempre que se haga con el consenso de la mayoría de los españoles, y se controle tanto o más que a la Monarquía para que no se den casos de corrupción.
Pero renunciar a Baltasar no pienso hacerlo. Bastante tuve con ver las campanadas en la 3 porque las presentadoras tenían y enseñaban “más tetas” que en la 1.