Antes de que concluyera El Internado La Laguna Negra, ya se oía que Globomedia preparaba otra serie de género, luego que Belen Rueda volvería a hacer televisión y de forma más concreta una serie y en apenas un año hemos visto el resultado: Luna, el misterio de Calenda.
La premisa con la que se origina la serie es que en un pueblo de-vaya-usted-a-saber-donde, llamado Calenda, existe la creencia en la leyenda de que en vaya-usted-a-saber-cuando existieron hombres lobo y que en pleno siglo XXI con la desaparición y muerte de una persona se reavivan las voces y creencia en la leyenda.
Hasta aquí todo bien, un buen cliffhanger (ver al pie), la llegada de una madre (Belén Rueda) y su hija (Lucía Guerrero) para rehacer su vida con su marido y padre (Leonardo Sbaraglia), y que a su llegada desaparece, es asesinado y descuartizado; tensión sexual no resuelta entre la adolescente y el hormonado Álvaro Cervantes; y una aparente mano negra que conoce demasiado y trata de ocultar todos los hechos: el Alcalde y sus secuaces.
Salvando las distancias, la historia es similar a la de El Internado, pero llevado al mundo licántropo, unos buenos que llegan de buenas a primeras, uno o dos muertos, unas aparentes manos negras y tensión sexual no resuelta, mucha tensión sexual no resuelta... y si es sin camiseta, mucho mejor.
A pesar de que se han tomado algunas demasiadas licencias, como que , por ejemplo, una Juez tenga su despacho en el Cuartel de la Guardia Civil y que, al tiempo, sea quien dirija a la Benemérita a su antojo, la trama principal ha tenido un trato más que aceptable, si bien de las secundarias han sido un poco caóticas, serranadas diria yo, porque lo del te-quiero, no-te-quiero, bofetón, vamos-a-por-condones, jo-me-han-pillado son de cachondeo.
Puedo llegar a entender que rellenar 70 minutos es complicado, y si ya asistimos en El Internado al show de las niñas que la lían en cada episodio y que al final la Baró tenía que resolver, aquí creo que este rol lo asumen Fran Perea y Macarena García.
Tecnicamente he de decir que me ha sorprendido que los decorados no sean siempre los mismos sets enfocados de una, otra o la misma manera con distinto atrezzo; los exteriores, que son abundantes, son dignos de mención. Las casas están grabados en la Ciudad Ducal de Las Navas del Marqués, Ávila y me atrevería a decir que algunos de los pinares pertenecen a esa misma zona; en Candelario (Salamanca) y en Segovia.
Pero, ¿y el lobo? ¿dónde está el lobo? En 13 capítulos no hemos sido capaces de ver más que unos ojos que incitaban a pensar que ahí estaba escondido, en otro que el personaje que se supone (no voy a spoilear) es el licántropo no se ponía a salvo de la luna llena, se nos muestra su cuerpo desnudo que, claro, vende más que poner un disfraz a un actor; y en el último episodio, cuando todo parece indicar que nos dejarán ver al animal, nos dan el cambiado con un actor andando a lo The Walkind Dead, pero sin maquillar.
Por una parte es de agradecer que no saquen a un lobo de medio pelo y la serie se convierta en un "quiero y no puedo" de los efectos especiales, y si el equipo creativo es lo suficientemente inteligente, deberían haberse planteado como solucionar este inconveniente, pues antes o después tendrán que sacar en pantalla al animal y más cuando todo hace pensar que habrá segunda temporada.
Cliffhanger: El termino lo acuñó Alfred Hitchcock y se refiere a un acto cotidiano, que no tiene por qué tener ninguna importancia por sí mismo, pero que desencadena la trama. También se utiliza en los finales de temporada con los actos que provocan el inicio de la siguiente tanda de episodios.