Comienza el curso televisivo

Comienza el curso televisivo
Llevan semanas bombardeándonos como suculentas promos y nos dejan con ganas de más con el odioso mensaje de "muy pronto en...". Septiembre ya ha llegado. Las cadenas abren sus cajones y empiezan a sacar sus caramelos para la nueva temporada y en "Carta de desajuste" aprovechamos este momento para dejar de lado el casi obligado parón veraniego y volver a contaros qué ocurre en la tele.

El primer programa en regresar ha sido "El Objetivo". No voy a entrar en los contenidos de este espacio, pues no quiero ofender a ningún lector con ideología acorde con la del programa, pero si que es cierto que el espacio se trata de colgar la medalla de la imparcialidad y de ofrecer datos, y ya en su primer programa la lían parda con un disco duro que según el abogado invitado "no puede ser fabricado por Toshiba si el portatil es Apple". Ví el programa y aparte de ya no ocultar su falsísimo directo, ha perdido presencia el público en plató. Una lástima, pues como sigan recortándolo al final harán el programa en el cuarto de calderas de laSexta.

Las "reinas" de las mañanas también han vuelto, y por motivos laborales no he visto ninguno de los programas. Supongo que seguirán en su misma línea: haciendo sangre de cualquier árbol que haya caido una u ochenta horas atrás, no sin antes recordar que si mandas un SMS al númerito tal, confirmas la suscripción y tienes la inmensa suerte de que un día alguien te llame y facilites la clave que generosamente te envían por 1,20 € el mensaje, te llevas una pasta (y hacienda, ya de paso, otra).

Los access también han regresado. Hormiguero e Intermedio se vuelven a medir en un nuevo curso cargado de poquísimas novedades. Decorados idénticos, mismas historias y explotando lo que ya de por sí funciona. Ya se sabe, si algo funciona... ¿para qué cambiarlo?

Ayer me decanté por El Intermedio. Me apetecía ver con qué nos sorprendian los guionistas y como iban a encajar la nueva pauta del jefe Lara de mantenerse respetuosos con la derecha. Creedme, no han hecho ni puñetero caso. Y no es que me sorprenda, es que me lo esperaba. Cierto es que nuestros políticos dan como para hacer treinta o cuarenta temporadas de la mejor de las series cómicas internacionales y, si cualquier de vosotros fuera el director o guionista del espacio, ¿dejaríais pasar la oportunidad de hacer chistes de ello?

Finalmente vi el primer capítulo de "Under the dome" o "La Cúpula". Ésta serie, que se han encargado de vender como que es algo de Steven Spielberg, es una adaptación del libro de mismo título de Stephen King, quien comparte producción ejecutiva con el cineasta y otros reconocidos miembros del staff de Lost (entre otras, claro).

Una felicitación y un par de tironcitos de orejas para Atresmedia. Mi más sincera enhorabuena por emitir el primer capítulo íntegro sin pausa alguna. Es una buenísima forma de enganchar al personal. El primer tironcito es por la manía de hacer dos cortes en apenas cinco minutos. El primero con tiempo estipulado (seis minutos y volvemos) y el segundo de una duración que hace cansar a cualquiera. Podrían probar a emitir la publicidad tal y como los guionistas lo han previsto.

El seguno tironcito es para la fatídica manía de unir dos capítulos para conseguir llenar dos horas y pico. La primera temporada de esta serie tiene 13 capítulos, y a este ritmo llegará justita al "puente de octubre". Si ya de por sí la serie empezó a las 22:45 horas, ¿es necesario mantener a los espectadores levantados hasta más allá de las 00:30?. Personalmente la tensión que se genera en las pausas publicitarias, entre episodios y la necesidad de consumo de la serie se pierde con estas políticas cañís de unir y cortar ahí donde la pauta única le parece bien.

Vale, bien. Pero... ¿y de la serie? ¿Es que no pienso comentar nada? Pues no, lo siento. Ayer no pude ver más que el piloto y el segundo me quedó pendiente. Ya sabéis, mi vicio oscuro de trabajar al día siguiente... Así que me reservo mi opinión sobre la misma cuando tenga cierta perspectiva sobre ella. No me gusta valorar uan serie por un piloto, pues en ellos suelen poner o demasiada o poquísima carne en el asador y luego puede dar lugar a desilusiones.
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