Año 1993, los enormes estudios de El Álamo (hoy Adisar Media) en Madrid acogian los sets de unos de los más antiguos juegos de mesa que se conocen. El juego de la oca llegaba a televisión, a Antena 3, para entretener a un amplio target de público, los sábados por la noche y, en las repeticiones de los domingos por la mañana.
El funcionamiento es simple, cuatro jugadores que simulan ser las fichas de un enorma tablero del juego de la oca, que tiran los dados y obtienen un dinerito por el valor que hayan sacado y, en cada casilla se esconde una prueba, sobre la que apuestan si conseguiran o no superarla, jugándose el dinerito que crean en ella. Evidentemente las casillas especiales como las Ocas, los puentes, las muertes, funcionan de igual manera que en el juego original, aunque aquí algunas cosas lucen bastante más. Y es que... ya se sabe, la televisión engrandece las cosas mas minúsculas.
Lo cierto que el programa en sí funcionó sólo en sus primeras ediciones, cuando lo condujo el muy valorado showman del momento Emilio Aragón ("Milikito"), junto a Lydia Bosch y Patricia Pérez. La gracia y la naturalidad de los presentadores junto con la buena sintonía de todo el equipo era lo que hacía de un show de más de 4 horas de duración y algunas de las pruebas más duras que la mente calenturienta de guionistas pueda imaginar, lo hicieron grande.
El Maestro Leyva, Josemi Estébanez con la música y los samplers, los animales de Malpartida, los efectos especiales de Reyes Abades, Flequi rapando el pelo a quien caia en su casilla y no superaba alguna de las tres preguntas imposibles que le hacían, Héctor, la piscina, las Oquettes, Dani en realización y hablando en off... y por supuesto el humor, mucho humor.
Luego de la marcha de Aragón de la cadena de San Sebastián de los Reyes, intentaron repetir el éxito con una edición descafeinada en manos de Pepe Navarro e Ivonne Reyes y ahí -según se cuenta- el buen rollo estaba sólo en sus presentadores, que al mínimo descuido se perdían entre bambalinas. Eso unido a que la dirección pasó a Joccelyn Hattab, creador del formato, que convirtió todo lo conseguido en las primeras entregas en un circo al que le sólo faltaban los enanos y que degrado a la mínima de las expresiones cuando se llevó el formato a TeleCinco, donde no generó la más mínima repercusión y fue cancelado en pocas semanas.
Aún a día de hoy la gente pide la vuelta de éste y otros concursos -y sin hacer mucho esfuerzo me viene a la cabeza el Grand Prix e incluso, pero haciendo algo de esfuerzo, el ¿Qué apostamos?- en los que las personas que están delante de la cámara se lo pasa bien y lo sabe transmitir, incluso cuando llevan 12 y 16 horas de grabación y donde todo el equipo disfruta como un enano.
Lamentamente, a día de hoy, un producto tan caro de producir, porque el Gran Juego de la Oca era extremadamente caro y complejo de realizar, no tendría cabida y más aún con las desastrosas experiencias posteriores, donde las cadenas apostaron por el nombre y el formato sin darse cuenta que no sólo importa si el show es bueno o no, sino si consigue hacer pasar un buen rato. Y eso a día de hoy, donde prima mover las miserías y desgracias de famosos de tres al cuarto, desde luego, no tiene cabida.
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