No sé si a vosotros os pasará, pero últimamente veo como la mayoría de los concursos de la tele no buscan encontrar a la persona que demuestre tener mayor conocimientos y suerte en el juego, sino quienes más juego den en pantalla.
A nadie le asusta ver como Ahora Caigo se ha convertido en el Semaforo donde una chiquilla con voz de pito se hace pasar por Pitufina y se emplee una gran parte del tiempo del show a contar chistes o ver con qué "gracieta" sorprende el concursante.
Centrémonos en Boom, un concurso basado en un formato israelí en el que los concursantes que conforman dos grupos cuyos nombres (de grupo) no tienen desperdicio, deben desactivar bombas cortando los cables de la misma, eso sí, sin cortar el de la respuesta correcta, ya que de lo contrario les fumigan de arriba a abajo con un polvo de colores pegajoso, y que, en realidad es donde está la verdadera gracia del programa.
Pues bien, ya al morbo de ver como les llenan todo el cuerpo de corchopán, tenemos que cada uno de los grupos se vistan de cualquier cosa, tengan un bailecito preparado o incluso grito de guerra. Y de verdad, ¿es que la gente que va a la tele no tiene vergüenza ajena? Por que pase que el equipo se llame Empanadas, pero que cada vez que acierten choquen los culetes al grito de bazinga...
Chorradas aparte, el concurso en sí carece de algo fundamental en la televisión: ritmo. No puede ser que cada vez que una persona es eliminada Juanra Bonet se tenga que dar un paseo por el plato para preguntar por la persona que dejará de jugar, es que los tiempos en los que sólo suena música se hacen largos.
Luego la constante lectura de las posibles respuestas anteponiendo la palabra cable siempre. De acuerdo, sí es un cable, pero el programa sería más dinámico si se leyeran todas las respuestas de una vez y dejaran que los concursantes cortaran cables sin más.
Finalmente, las constantes tres bombas plateadas, siempre tres, ¿por qué? pues porque las preguntas son tan estúpidas que se nota que están puestas para rellenar minutos.
Ya han entregado, que yo sepa, dos botes, uno de casi 100.000 euros y otro de 155.000. ¡No está nada mal! Pero botes aparte, los premios por ganar la edición diaria son ridiculos, aunque lamentablemente esto es una práctica habitual actualmente, ¿donde quedaron aquellos escaparates finales de varios cientos de miles?