Podría hablar de las elecciones andaluzas, pero estamos en jornada de reflexión, y no quiero influir con mis palabras, pensamiento, obra y omisión en el voto de algunos, y además ya tendremos tiempo de hablar de elecciones de aquí a noviembre…una de tras de otra, esto va a ser un no parar, “que alegría, que alboroto, otro perrito piloto”.
También podríamos hablar de Grecia, la UE y las reuniones a las que no va el presidente del Gobierno de España, pero tampoco quiero meter el dedo en la llaga, que también me pueden tachar de partidista, y ni mucho menos. Soy defensora a ultranza de las instituciones, en todos sus rangos, y también de Europa; de lo que no soy partidaria es de que la política internacional de mi país, España, sea diferente dependiendo del partido político en el gobierno, no suele defender a los americanos, pero eso lo hacen muy bien: sus intereses, los del país, están por encima de todos los gobiernos y de todas las ideologías; quien sabe, a lo mejor, por eso, se consideran la primera potencia mundial.
Lo que me preocupa, y mucho, es que en las últimas semanas haya recibido varias veces, bueno rectifico, muchas veces, varios “Memes” con una campaña “Pro-himno nacional” que denota la ignorancia (que nadie se sienta ofendido, no era mi intención) de la mayoría de los españoles por nuestros Símbolos del Estado, quién debe cuidar por su buen uso y por los desagravios que sufra, y cuáles son las posibles sanciones para los que comentan un delito contra ellos.
Por cierto, se me ha olvidado deciros que esta campaña surgió después de que Barça y el Atletic hayan sido los dos equipos que jugarán la final de la Copa del Rey de fútbol, el próximo día 30 de mayo, y cuya sede se decidirá, por cierto, el próximo 25 de marzo, pero hay muchas probabilidades de que sea jugada en el estadio Santiago Bernabéu.
No voy a aburriros con términos legislativos, sólo voy a indicaros cómo debemos actuar, y luego si queréis podéis enviarme otros 300 millones de “Memes” más, pero esta vez con conocimiento de causa:
Podría poner muchas más razones en esta lista, pero para que no se haga eterna, ya sólo me resta decir: que gane el mejor.